-El club del Bernabéu sondeó a su entorno dos veces más, la última este año antes de su renovación.

No era la primera vez que el Madrid sondeaba al universo Messi, encontrándose otra vez con la lealtad del 10 al equipo que le formó y a la ciudad que siente suya, aunque el ruido político reciente le llegara a hacer dudar entre el Barça y el Manchester City. El escudo inglés tenía preparado 300 millones para su fichaje. La cifra no asustaba en el Real Madrid si el jugador hubiera mostrado interés por vestir de blanco. En el Bernabéu siguen convencidos de que una inversión así es rentable: «se paga sola».

Precio

Messi dijo no, pero la presión exterior, también la del Madrid, le ayudó a subir sus exigencias hasta esos 50 millones de euros al año que el Barcelona no ha tenido más remedio que garantizarle, a pesar del riesgo de desequilibrio financiero que semejante salario puede provocar. Idas y vueltas entre los dos gigantes del fútbol mundial, tan conectados. El Madrid infla la renovación del Barça a Messi y un minuto después, esta firma se le vuelve boomerang en forma de reclamación económica de Cristiano Ronaldo, celoso del sueldo de su gran adversario. Cosas del puente aéreo futbolístico.

En el Madrid reconocen que acceder a Messi siempre ha sido muy complicado. El futbolista, cuando ha coincidido con Florentino en multitud de actos (todos las galas del Balones de Oro, por ejemplo), se ha limitado al frío saludo protocolario, al contrario que Neymar, siempre más cercano. Dicen que Maradona era Maradona dentro y fuera del campo, pero su heredero se vuelve un misterio cuando se viste de calle. «Irradia inaccesibilidad», dicen desde el club blanco, donde siempre se le ha considerado un oscuro objeto de deseo. «Una fantasía constante», reconoció alguna vez Jorge Valdano, de regreso al Madrid en 2009 de la mano de Florentino con el objetivo de construir un equipo capaz de frenar al imparable conjunto liderado por Messi y Guardiola. Pocas semanas antes, ese Barça había ganado 2-6 en Chamartín. Por entonces, con el 10 en plena explosión, su fichaje ni se planteó, como sí se hizo luego más adelante.

Una llamada

Nueve años antes hubiera sido más fácil, aunque el propio Valdano confesó alguna vez que no tuvo noticias del pequeño genio hasta que asomó por el primer equipo azulgrana. Sin embargo, por culpa de las dudas del Barça con el niño, el plan de Gaggioli y los agentes argentinos que trabajaban para traerlo a España era llamar a su compatriota.

En diciembre de 2000, el flamante director deportivo del Madrid acompañaba a Florentino en sus primeros pasos al frente del club blanco. La llegada de Messi a Barcelona cogió al club blanco en plena reorganización de los departamentos. Así y todo, estuvo cerca de pisar la Ciudad Deportiva. Joan Gaspart, repitiendo una frase de Valdano, le decía a Gaggioli que por culpa de las «urgencias históricas» de la entidad no quería nenes de 13 años bajitos y costosos (por culpa del tratamiento con hormonas de crecimiento, 1.000 dólares al mes que hasta ese momento pagaban sus agentes). Él necesitaba futbolistas de primera línea para batir al Madrid dominante de entonces y que además le había arrebatado a Figo.

Gaggioli se había comprometido con el padre de Messi a sacarles de esa infravivienda de Rosario, con un sólo cuarto para toda la familia, y traerles a España, a uno de los grandes clubes. A finales de 2000, tras el silencio del Barça una vez probó en verano al chico, el representante le hizo un ultimátum a Rexach: si no cerraban la operación, llamarían al Madrid. Sólo la fe del director deportivo, que se la jugó al firmar el acuerdo en una servilleta sin la autorización del club, cerró el trato. Ese improvisado documento descansa ahora en una caja fuerte.

Años después Gaggioli y sus socios siguen esperando la prima que Sandro Rosell les prometió si Messi llegaba a Primera. Están convencidos de que el club blanco, atendiendo a su experiencia en el caso de Asensio, hubiera sido más agradecido. En el Bernabéu le siguen afeando la «putada», al mismo tiempo que le agradecen algo: el origen del actual equipo, el ganador de tres Copas de Europa en cuatro años, el de los 12 títulos desde 2014, surge del intento por desafiar a un enemigo tan poderoso como el 10. Aunque en la Liga, batirse con el Barça de Messi está siendo extenuante en la última década, en la entidad se valora como logro histórico haber conseguido tal botín de Champions con el argentino enfrente en plena ebullición. Cuando se retire, será difícil que el máximo rival encuentre a otro como él. En resumen de todo esto, messi quiere decir ''No me vendo y le sere fiel al Barcelona''.